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En los valles prohibidos de Pakistán

En el mes de agosto del 2016, un equipo de cinco escaladores tuvo la rara oportunidad de explorar los valles desconocidos en el nordeste del Pakistán. A lo largo de la línea del alto el fuego con India, el Glaciar del Kondus y el Macizo del Saltoro están cerrados a cualquier actividad que no sea militar desde el 11 de septiembre del 2001. Gracias a sus viajes y experiencias pasadas, Mathieu Maynadier pudo viajar allí con un grupo de amigos: su novia Charlotte Barré y otra pareja muy conocida de la comunidad Petzl, Florence Pinet y Jérôme Pouvreau. Guillaume Vallot, fotorreportero de la expedición, nos explica las primeras ascensiones realizadas por estas dos parejas de escaladores.

6 Octubre 2016

Escalada en grandes itinerarios

VallotLa Aguja Quimera, abierta por la rama central del Glaciar de Lachit entre el 2 y el 18 de agosto del 2016.

El equipo:

"Quimera: cualquier criatura híbrida que posee los atributos de varios animales y simboliza los sueños, las fantasías o las utopías imposibles."

"Soñaba en ir a escalar al Pakistán oriental desde hacía años. En estrecha colaboración con Ali Muhammad Saltoro, un antiguo militar que ahora trabaja en la logística de expediciones, obtuvimos finalmente un permiso para acceder al glaciar del Kondus. Tardamos tres años en conseguirlo, fue complicado una vez llegamos a nuestro destino, pero lo hicimos… y ¡finalmente pudimos ascender nuestra propia quimera pakistaní!"

Para Mathieu Maynadier, el impulsor de este proyecto un tanto descabellado, no era el primer viaje para llegar a las altas montañas de Asia central. A los 32 años, con una decena de expediciones en el Himalaya y en el Baltoro a sus espaldas, es ya todo un veterano. Mathieu, con el sobrenombre de «Mémé», es tan insaciable que empieza ya a hablar de sus futuros viajes antes de que el campo base de la expedición en curso todavía ni se ha montado. Charlotte Barré, su novia, de 30 años, es monitora de escalada y esquí alpino. En cuanto a la pareja formada por Gérôme Pouvreau, de 33 años y Florence Pinet, de 30 años, competidores y aperturistas de alto nivel, fieles al Team Petzl desde hace años, no hace falta que los presentemos.

Guillaume VallotEn la cima de la primera de la Aguja Quimera, por la vía de La Scoumoune. De izquierda a derecha G. Pouvreau, F. Pinet, C. Barré, M. Maynadier. Fotografías G. Vallot

Conspirando juntos de nuevo

Después de numerosos viajes compartidos y, en concreto, sus aventuras durante el verano del 2015 con el velero Maewan en Groenlandia, en el que escalaron la vía legendaria Moby Dick, las dos parejas coincidieron en que necesitaban organizar una exploración más atlética. Combinando la experiencia alpina de Mathieu y Charlotte con la tecnicidad vertical de Gérôme y Florence, Pakistán era una opción evidente. "Me gusta Nepal," reconoce Mathieu, "pero prefiero más la región del Baltoro y las cimas circundantes. Si tuviera que compararlo con los Alpes franceses, diría que el Himalaya sería como los Ecrins, bonitas cimas con una estructura rocosa discutible, mientras que Baltistán, sería como el Mont Blanc, espléndidas montañas y granito increíble…"

Guillaume VallotGérôme Pouvreau abre L4 en 7a.

Hacia los confines del este pakistaní

"Todo estaba en manos de Ali", explica Gérôme. "Ali es un himalayista, militar de carrera, que hace cuatro años se introdujo en el negocio de las agencias. Utiliza su increíble don de gentes y su relación con el ejército para prometer a escaladores entusiastas como nosotros paredes que nadie jamás se les ha autorizado escalar. El problema es que aunque consiguió obtener un permiso a fuerza de negociar –incluso con sobornos– una vez en el lugar, vimos que era el comandante local el que tiene todo el poder. La luz verde que habíamos conseguido en Islamabad ¡no era muy real!"

Guillaume VallotAlrededor de Karmanding, en el origen del glaciar del Kondus.

La increíble KaraKorumHighway

Al aterrizar el 21 de agosto del 2016 en la sofocante capital pakistaní, nos enteramos de que en vez de una hora de avión, teníamos que viajar unos dos días de traqueteo en un minibús a través de un tramo de la KKH, la famosa Karakorum Highway, y sus carreteras secundarias. Una increíble vía maltratada por las lluvias torrenciales, esta polvorienta vía se engancha al flanco de la montaña y sobresale por encima de un gran río ocre tumultuoso sin valla de contención…

"Es una experiencia que hay que vivir», bromeaba Charlotte. «Era precioso y espectacular, especialmente contemplando el Nanga Parbat durante la puesta de sol en el descenso del collado a 4.800 m. En el viaje de vuelta, también fue genial que la meteorología nos fuera favorable y nos permitiera viajar en avión y ¡ver el Nanga desde el cielo!"VallotPara el trayecto al aeropuerto con 12 bolsas de viaje y 5 personas en un Peugeot 207, creíamos que éramos unos héroes ¡hasta que descubrimos la auténtica KKH!

VallotEn Skardu, el Chamonix pakistaní, partida de petanca en las orillas del Indo.

Inquietud en el primer check point y ¡maniobras militares con balas reales!

"Tan pronto entramos en el valle prohibido, la expedición casi tuvo que dar la vuelta inmediatamente", recuerda Florence. "A partir de ese momento, Ali se mostraba realmente muy nervioso. Para pasar y sin decírnoslo, convenció a los militares de que renunciaríamos a explorar el mejor sector, el que está más al este." En cuanto a las cámaras, prohibición estricta de tomar la más mínima imagen de la instalación, del personal militar o de los puentes. Después de varios check points secundarios que se pudieron negociar mucho mejor, llegamos al pequeño pueblo de Lachit donde Ali quiso a toda costa que nos quedáramos a dormir. En el pueblo de Karmanding, donde pudimos disfrutar de unas espectaculares vistas de las montañas circundantes, nos quedamos bloqueados: empezaron maniobras militares con disparos reales durante diez días. Mathieu después de un arrebato de rabia y frustración, aceptó ir a explorar el valle de Lachit. ¡Los encantos de las administraciones pakistaníes! Sus orejas seguro que les pitaron durante varios días.

VallotEntrada a los valles prohibidos.

Nuestros porteadores a la altura de su (mala) reputación

En aquel momento, nos enteramos de que nuestro contrato de logística no incluía el pago de los porteadores. Fue una buena sacudida, ya que ninguno de nosotros había previsto llevar dinero extra. Afortunadamente, nuestro astuto guía Ali tenía suficiente dinero en el bolsillo para prestárnoslo y pagar a 35 porteadores durante 2 días, que debería ser suficiente para llegar al emplazamiento que habíamos decidido el día anterior. En el momento crítico, Ali tuvo que presentarse "por asuntos urgentes" en Islamabad. Esto ya fue el colmo de la mala suerte, pues teníamos que gestionar nosotros mismos a los porteadores. Teniendo en cuenta su mala reputación, no esperábamos que fuera fácil. La realidad superó con creces lo que nosotros nos hubiéramos podido imaginar. Mathieu y Gérôme prepararon las cargas mientras que todos los hombres del pueblo, o casi todos se apresuraban a llegar a nuestro campamento. Se trataba de emplear a los hombres de un solo pueblo, adolescentes y ancianos incluidos. Con la ayuda de un esquema detallado, Mathieu explicó una y otra vez el lugar que hay que alcanzar para plantar nuestro campo base. Los pastores y los ancianos entendieron exactamente dónde queríamos ir. Se ofreció una generosa tarifa muy por encima de la paga «reglamentaria mínima». Después de varios «regateos» descarados para llegar a un acuerdo, todo el mundo ataca felizmente la primera cuesta.

Vallot1: Campamento provisional y preparación de las cargas en el pueblo de Lachit    2: Jóvenes y ancianos vienen a ver nuestro campo base y material high tech.

Huelga y deserción colectiva

En cada pausa, las conversaciones en urdu se hacen cada vez más intensas y, a veces, vehementes. Se notaba que algunos líderes estaban fomentando un ambiente tenso. Después de una larga jornada en horas pero corta en desnivel, estalló la rebelión. Querían más dinero y menos distancia a recorrer amenazándonos en soltar las cargas allí mismo y abandonarnos. El acuerdo al que habíamos llegado en el pueblo se esfumó. Era claramente un chantaje. Nosotros no sólo sabíamos que teníamos razón, sino que además ¡no teníamos ni un céntimo más! Al caer la noche, una parte de los porteadores seguían con las amenazas. Los ancianos consiguieron influenciar a los más jóvenes y nos encontramos con sólo once de los treinta y dos porteadores del inicio. La expedición parecía que no iba a ir muy lejos. Sólo Gérôme, sonriente, se mostraba optimista: "¡Ya veréis que van a volver, estoy seguro de que van a volver!", nos repitió. En plena noche, de puntillas, los desertores regresaron al campamento. ¡Buf !

VallotAl caer la noche, sólo 11 porteadores de los 32 permanecieron fieles a su palabra.

Vallot

¡Al fin en el campo base!

A la mañana siguiente, algunos listillos cogieron las cargas más ligeras y empezaron a progresar hacia arriba. Así que se inició una nueva persecución para atrapar a esos porteadores “tan falsamente implicados”. Hacia las quince horas, mucho antes de llegar al lugar esperado y cansados de luchar, plantamos definitivamente el campo base en un pequeño valle morrenoso. Después de efectuar el pago acordado, el campamento montado a 4200 m inmediatamente se quedó sin gente. Sólo se quedaron Assan y Sherali, nuestros entusiastas cocineros, procedentes de un valle vecino, y Malik, nuestro oficial de enlace que, durante toda la aproximación, no se había ni molestado en quitarse las finas zapatillas de tennis ni cargar con ninguna mochila. ¡Ya hacía diez días que nos habíamos ido de casa! Para celebrar la ocasión, Gé, Flo, Mathieu y Charlotte se distendieron disfrutando de un bloque que sucumbió en un abrir y cerrar de ojos a sus habilidades escaladoras.

VallotJuegos de bloque a 4.200 m. "¿Lo estás pasando mal?" "Pff, pues claro que no, está tirado"

El momento de la verdad: ¡escoger el objetivo correcto!

Durante los días siguientes, clasificamos el material y seleccionamos el objetivo definitivo. Escogimos una imponente aguja. Aunque era una poco pequeña (calculamos que tendría entre 350 y 500 metros), la calidad de la roca y su relativa proximidad convencieron totalmente a nuestros escaladores. Cargados, necesitamos tres horas de una marcha difícil para atravesar el glaciar y ascender las inestables morrenas. Para los que ésta era la primera expedición en altitud, debían legítimamente empezar a preguntarse quién les había mandado meterse en este lío. Sin embargo, la recompensa ya estaba allí: en la otra cara del K8, nos rodeaban montañas vírgenes por decenas y unas cuencas glaciares que ningún alpinista había contemplado nunca.

VallotPorteo de Gé y Flo con el glaciar en el fondo.

Primeros largos, primeros escapes por los pelos

Empezaba – ¡por fin!– la escalada de nuestra aguja. Charlotte y Mémé se lanzaron con valentía a los dos primeros largos. Unos 6c+ bien verticales con placas dudosas. Después de una noche fría, Mathieu se puso a abrir otros largos. Se encontró bloqueado por una sección compacta y difícil. Colgándose de un gancho un poco precario, quiso perforar un agujero para un espit. El gancho saltó de repente y nuestro Mémé voló boca abajo. Ningún problema, si su pie enredado no se hubiera quedado atrapado en el estribo, torciéndose gravemente el tobillo. Gérôme, que acababa de llegar del campo base, sólo puede observar la situación. Gracias a dos analgésicos fuertes y un improvisado vendaje, Mathieu consiguió volver con dificultad al campo base. Para él, parecía que la expedición ya había terminado.

Vallot1 : Charlotte en la apertura del L1,  6c+.​   2 : Cruzando el glaciar hacia el campo base una hora después del esquince.

La meteorología estropea (una vez más) el ambiente

Durante la noche, el tiempo cambió por primera vez desde el norte. Esperábamos un cielo totalmente despejado. Por desgracia, este cambio no jugó a nuestro favor. Nos llegó a continuación mal tiempo desde el oeste, trayéndonos más frío y lluvias que la semana anterior. Las agujas quedaron empolvadas de nieve. Largas partidas de cartas, lectura y conversaciones nos sirvieron para matar el tiempo de un forma agradable. Es en ese momento en el que valoras la importancia de viajar con amigos. Sin hablar de los tan esperados platos preparados por Assan y Sherali. Además del Dhal Bat finamente especiado, las tortillas de queso y las patatas fritas eran uno de nuestros menús preferidos. Con mis aceites esenciales, las manipulaciones de Assan, un experimentado curandero y los vendajes de Gérôme, el tobillo de Mathieu se iba desinflamando con rapidez. Después de cinco días, pudo volver a escalar: ¡fue como un milagro!

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Escalada en el campo base

Incluso con este mal tiempo, Gé y Flo consiguieron durante una ventana de buen tiempo cuatro buenos largos de la vía cuyos L3 y L4 llegaban al 7a/7b. Habíamos pasado quince días en el campo base y ya no nos quedaba mucho tiempo. Para intentar la cima, necesitábamos todavía tener un poco más de paciencia y esperar a una auténtica ventana de buen tiempo. Los cuatros escaladores pasaban el tiempo desquitándose en las vías de alrededor del campo base. Mathieu consiguió Chips Paradise, una bonita fisura manual en 6c. Gérôme, Skardu Hospital, una sólida fisura de dedo desplomada en 7b seguida de un run out de 10 metros en 6b hasta la reunión… Escalofriante. Las chicas abrieron Au Placard les Mecs, un bello itinerario de tres largos, con off width en 6c/7a y una sólida sección de artificial (7c+ ?).

VallotCharlotte en la primera en libre de Chips Paradise, 6c.

Vallot1 : Florence degusta su Lyofood bien merecida como cena.   2 : A Gérôme le toca ahora ascender por las cuerdas fijas, ¡yuhu!

La quimera no será una pesadilla

Sólo quedaban tres días antes de que los porteadores llegaran para desmontar el campo base, no podíamos elegir, había que irse. ¿Al final la buena suerte nos iba a sonreír? Entre los copos de nieve, algunos claros nos permitieron a los cuatro escaladores asegurarnos entre sí y encadenar cada uno los bonitos largos por debajo y por encima de las hamacas. Al día siguiente, ¡era la última oportunidad! Nos levantamos a las 5 de la madrugada. Una buena paliza como calentamiento por las cuerdas fijas. Sólo nos quedaban 100 metros de escalada para llegar a la cima. Bien abrigados con los plumas, las chicas liberaron los magníficos largos finales. De repente, llegaron a la cima, que tenía forma de hoja de afeitar. Momento de agradecimiento. Risas, abrazos y un cigarrillo para festejar la victoria. Endiablado aéreo, realizamos la reunión final con una cinta alrededor de un saliente. Habiendo escalado la aguja de la Quimera, nos preguntamos cuál podría ser el nombre de nuestra vía. Cuando nos damos cuenta de que la reunión estaba encabezada por un bloque cimero suelto, la idea de que pudiera caer provocó una reacción colectiva: "¡Ah no! Ahora ya vale ¡esto es tener mala suerte (o “LA SCOUMOUNE”, francés coloquial para referirse a “mala suerte”".

VallotIncreíble largo justo por encima de las hamacas para Mathieu, L4, 7a.

Bonus photos !

VallotCharlotte asegurando a Mathieu en los últimos metros de La Scoumoune, L10, 6a+.

Vallot1 : Florence asegurada por Gérôme en el L6, 7a/+ de la vía de La Scoumoune.   2: El Glaciar Lachit en el fondo, Gérôme en el L9, 6b, a 5.180 m.

VallotEntre 4 200 y 4 800 m, primer gran porteo de patatas de 25 kg en dirección a la aguja que todavía no tiene el nombre de Quimera...

Vallot1 : Para la paga, ¡todo están allí!​    2 : Cabellos teñidos y flores en la oreja

Vallot1 : Charlotte igual de guapa después de muchos días en el campo base

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