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Mathieu Maynadier en Pakistán: ¡una desventura que acabó bien!

Durante el verano de 2018, un equipo internacional, compuesto por Carlito Molina, Nicolas Favresse, Jean- Louis Wertz y Mathieu Maynadier, partió de expedición a Pakistán. El proyecto era una apertura en el Pathan Peak, pero Mathieu Maynadier sufrió un accidente. Nos relata esta desventura en el Targhas, un valle donde los macizos todavía son poco conocidos por los alpinistas y lejos de la civilización.

13 Junio 2019

Alpinismo

Pathan Peak, Pakistan, Matthieu Maynadier, Petzl

Octubre 2018. Hace un tiempo que intento escribir este artículo, pero no consigo hacerlo. Es curioso, pero normalmente, cuando vuelvo de expedición, siempre tengo ganas de explicar y compartir lo realizado, pero esta vez no estoy del todo entero. Después de volver, la vida diaria continúa y me encuentro inmerso en el día a día después de no haber logrado nada en altitud. Pero esta vez es mucho más fuerte que otras veces. Es como si mi cerebro quisiera expulsar esta deseventura ¡para poder concentrarme mejor en el próximo proyecto!

Retorno al inicio de la historia

Desde hace medio siglo, Pakistán y la India se disputan el Khondus, ese inmenso macizo situado en el este del Baltoro. Para todos los alpinistas que conocen un poco el Himalaya, esta zona inmensa y muy poco explorada sigue generando muchas leyendas. Es una de las zonas montañosas del mundo más ricas en cuanto a potencial de apertura de vías. Hace dos años, habíamos explorado el valle de Lachit y fue en el camino de vuelta que vimos las paredes que nos parecieron accesibles. En julio de 2018, organizamos un equipo internacional con el argentino Carlito Molina, los belgas Nicolas Favresse y Jean-Louis Wertz, y el francés de gran nariz para ir al valle de Targhas. Partimos con sólo unas pistas, algunas imágenes y poca información. Es como decir que no seremos buenos en nada, ¡pero listos para todo!
Tras explorar el área y las tradicionales negociaciones con los porteadores partimos hacia el campo base. Esta sensación de ser los primeros en un valle, hace que la aproximación sea especial. Era la primera vez que algunos extranjeros se interesaban en su valle y sentimos que los locales estaban contentos. En las praderas, los pastores nos acogieron con los brazos abiertos, ¡encantadísimos de que probáramos su mantequilla de yack! Una vez el campo base establecido, empezamos las primeras exploraciones, pero la altitud y ese maldito letargo que te posee por encima de los 4000 metros nos recordó pronto donde estábamos. Después de algunos días para instalarnos y aclimatarnos, pusimos nuestras miras en la cara donde puede que subestimáramos la altitud. Como siempre en el Himalaya las proporciones son confusas. Esto, añadido a una roca de poca calidad, hizo que no pudiésemos salir a conquistar la cima de este proyecto. Sin embargo, este primer contacto nos permitió aclimatarnos e identificar mejor la dimensión de las caras que nos rodeaban. Y después, el rescate de una cabra en el descenso ¡fue suficiente para salvar la jornada!

Pathan Peak, Pakistan, Matthieu Maynadier, Petzl

A la búsqueda de LA línea

De retorno al campo base, la idea era de atacar esa bella torre que llamaremos Pathan Peak (¡los que no tiene miedo de nada!). Primer intento. Fuimos directos al pilar, al estilo belga en modo «cuando crees que no funciona, ¡es allí donde se tiene que ir!». Después de dos días en la vertiente, en una roca de poca calidad, decidimos dar media vuelta. Esta pared no se prestaba al estilo que empleamos. La roca era muy compacta y desgraciadamente no siempre de buena calidad. Entonces nos enfocamos en una zona más accesible, a la izquierda. Aunque era más vertical y también un poco menos “LA línea”, al menos había fisuras para protegerse. Después de dos días fijando las cuerdas, fuimos todos a este gran diedro para plantar un campamento a unos 300 metros del suelo. La cara no era muy vertical y los largos en medio libre/medio artificial se encadenaban bastante rápido. La roca, aunque no era completamente terrible, requería un poco de atención para que no cayeran piedras sobre los compañeros de más abajo. Después de dos días en la pared, nos dimos cuenta de que nuestro campo no estaba situado en una zona muy bien protegida. Mientras que fijamos las cuerdas por encima con Carlito, Jean-Louis y Nico, que estaba en las hamacas, apretaban los glúteos escuchando cómo silbaban las rocas. Por la noche, al volver al campo, la tela de nuestra hamaca se desgarró completamente por las caídas de piedras y el reporte del día por Nico y Jean Louis ¡no era muy alentador! Discusión. Reflexión. Aunque la línea no era principal, estaba bastante bien y nos dejó trabajarla. Pues sería una pena detenerse allí. Mañana intentaríamos la cima fijándonos bien… ¡eso es lo que deberíamos hacer!

Pathan Peak, Pakistan, Matthieu Maynadier, Petzl

Los largos se encadenan hasta la cima

Salimos pronto para ascender por las cuerdas fijadas la víspera y sentíamos que la aclimatación era buena. Todo se desarrollaba bien. Los largos se encadenaron, no eran muy difíciles, pero siempre con esa roca de poca calidad y con un itinerario nada claro.

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Al inicio de la tarde salíamos de la parte vertical de la cara, pero quedaba un buen tramo hasta la cima. Después de largos más fáciles y algunos pasos mixtos, llegamos a la cima hacia las 17 horas. Un momento perfecto de sol y sin viento. Alrededor de nosotros ¡sólo había gigantes! Era un momento privilegiado, ya que veíamos toda la cadena del Masherbrum en el Sasser Kangri, situado en la India. Todo el Khondus estaba allí, delante de nosotros, y dejaba adivinar bellas aventuras. Por el momento, sólo el borde del macizo era accesible, pero el conflicto entre India y Pakistán parecía haberse calmado y nuevas zonas iban a abrirse. Después de una hora en la cima, era el momento de iniciar el descenso. Pronto iba a anochecer y todavía nos quedaba trabajo para llegar a nuestras hamacas. Los rápeles se encadenaban bastante bien, y hacia las 20 horas, llegamos a las cuerdas fijadas por debajo del campo. Decidimos quitarlas. Eso evitaría tener que ascender a la mañana siguiente. Nuestro descenso se vio un poco ralentizado y atravesamos sobre todo una zona de gradas con bastantes rocas inestables. A pesar de algunas advertencias de piedras que iban cayendo, todo iba bien. Eran las 23 horas cuando decidimos poner uno de los únicos espits de la vía para fijar el último rápel que nos dejaría en las hamacas. Por el momento, conseguimos hacerlo todo con empotradores y salientes de roca, pero la roca mediocre y el cansancio de una larga jornada hizo que decidiéramos colocar este espit para no dejar un friend. Éste fue el último recuerdo que tengo de esa jornada…

De una cara virgen a la cama de un hospital

Cuando recuperé el sentido, estaba en la hamaca, con la cabeza rajada y el brazo con un cabestrillo. Mientras acababa de realizar la reunión, fui impactado por una caída de piedras. No vi venir nada y de repente todo se aceleró. Mis compañeros me encontraron colgado en el extremo de la cuerda, con la cabeza ensangrentada e inconsciente. Al cabo de unos minutos, Nico llegó para despertarme, pero estaba en estado de shock, nada lúcido y muy nervioso. A pesar de todo, mis compañeros consiguieron bajarme hasta la hamaca y cuando recuperé el sentido ya me habían curado y el rescate se había iniciado. Thomas, el médico de urgencias que llamamos en Francia, nos recomendó que no durmiera. Así que esperamos a que amaneciera para seguir con nuestro descenso. Por la mañana fue mejor: recuperé el sentido y el descenso al suelo sucedió sin problemas. A las 8 horas nos encontrábamos en la rimaya, pero los helicópteros, (en Pakistán los vuelos se realizan de dos en dos) que se suponía que venían iban retrasados y al final de la mañana me evacuaron hacia el hospital militar de Skardu. En 12 horas, ¡pasé de la cara virgen de una montaña a una cama de hospital! Gracias a la eficacia de mis compañeros de cordada, los médicos de Francia y el ejército paquistaní, pude ser evacuado con mucha rapidez. Algunos días más tarde, regresé a Francia para un tratamiento en el centro hospitalario de Briançon. Resultado de la aventura: una buena conmoción cerebral, una fractura abierta del codo derecho y dos vértebras chafadas. Al final, no salí tan mal parado y gracias a la eficacia de todo el mundo, fue todo muy rápido. La guinda del pastel: ¡no me acuerdo de nada! Sensación rara de tener una zona oscura, pero al menos ningún mal recuerdo.

Pathan Peak, Pakistan, Matthieu Maynadier, Petzl

Una aventura humana que compensa un fracaso deportivo relativo

Para los que quedaron en el campo base, tuvieron que volver a la vertiente para recuperar todo el material que habíamos dejado en nuestro descenso. A su llegada al campo, una de las hamacas estaba plegada por una nueva caída de piedras. Definitivamente, ¡no era una línea segura! Nos podemos plantear un montón de preguntas, repasar mentalmente las cosas, pero al final, lo hecho, hecho está. Y por la de veces que las piedras habían ido cayendo muy cerca, las cosas acabaron bastante bien. Después de haber recuperado todo en la cara, Nico y Carlito llegaron incluso a ofrecerse una bonita arista mixta en Pathani, otra cima cercana. Finalmente, el valle de Targhas no nos habrá concedido LA cara que habíamos venido a buscar, pero la aventura humana que habíamos vivido en este viaje había compensado el rendimiento deportivo que nos suele gustar. El panorama en la cima de Pathan Peak me confirma que quiero continuar explorando esta zona. ¡Ya tenemos planes para el 2019!

Ya hace algunos meses que sucedió este accidente y, aunque no tenga ninguna secuela excepto por algunos dolores añadidos de hacía ya tiempo, todavía no había podido empezar a escribir este relato. He necesitado una sesión de escalada, la primera después del accidente, para recordar los detalles de ese día. Una jornada particular. Estoy muy agradecido a mis compañeros de cordada que no vacilaron en ningún momento y me sacaron de allí con decisión, a Thomas Spadoni y Pierre Muller que gestionaron el rescate desde Francia, así como el ejército pakistaní por su disponibilidad y su gran eficacia.

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